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Ana Lilia Careaga

“Spotify y Twitter Music: Dos apps con efecto Mozart”

Ana Lilia Careaga Mercadillo, Mayo de 2013

Abstract

Music is the Key to Creativity. Music fuels the mind and thus fuels our creativity. A Creative mind has the ability to make discoveries and create innovations but the way to listen and distribute music has been changing and is constantly evolving at speed of technology events. The first recording devices were scientific instruments used to capture and study sound waves. These devices were capable of recording voices and other sounds long before the phonograph. Then, came the magnetic era were music was recorded in several types of magnetic tape, but it still had the inconvenience of manipulating analog signals. Digital audio began in the telephone industry, where it was used to digitize telephone conversations and, in effect, compress them so that more conversations could be handled on existing lines. Digital music appeared in the late 70s with the compact disc (CD) but now, the most popular digital format is MP3. MP3 is short for MPEG (Moving Pictures Experts Group) Layer 3 is an audio file format; it actually is a compression format, that allows for audio files to be compressed into a smaller file size using a specific algorithm, similar to those used to compress images into the JPG format. As with any type of compression, it does generally degrade the files sound quality, but the quality is not easily discernible, especially with an untrained ear. Because of its compression abilities and the quality, MP3 files are widely supported, and one of the top choices for Internet audio content and therefore, most of the music apps, such as Spotify and Twitter Music have this format.

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Introducción

“Sin la Música, la vida sería un error” (Friedrich Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos, §33)

Habrá quienes prefieran hablar de política o religión, pero yo prefiero hacerlo sobre música, y en este momento , particularmente sobre el Concierto para flauta y arpa en Do Mayor de Wolfgang Amadeus Mozart KV 299, una delicia de principio a fin donde el timbre de ambos instrumentos se complementa a la perfección. Es uno de los dos conciertos dobles que escribió Mozart y su única pieza para arpa. El segundo movimiento (Andantino), constituye uno de los movimientos lentos más bellos escritos para este tipo de instrumentos y es de carácter tierno y tranquilo. En todo el concierto, la flauta y el arpa se mantienen en completa armonía con un diálogo con abundante material melódico expresando gran espontaneidad. Quizá por ello dicen que siempre hay un momento para escuchar a Mozart, sobre todo cuando resuena el eco de la agonía de un mundo herido de violencia y ambición. Las composiciones melódicas de Mozart ayudan a la concentración de trabajos minuciosos, generan tranquilidad y seguramente influyen en nuestra conducta porque cuando el ritmo se enuncia melódicamente mezclado en armonía, la actividad muscular se estimula o se relaja. A este efecto se le ha denominado “el efecto Mozart”, término nacido en 1993, a raíz de la publicación de un artículo en la revista científica “Nature” titulado “Música y ejecución en tareas espaciales”[1]. Escrito de manera breve por tres investigadores del Centro de Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria de la Universidad de California en Irvine, este artículo constituyó el inicio de una serie de investigaciones científicas sobre el efecto de la música en el aprendizaje. Aquí se expusieron los resultados de una experimentación en tres condiciones distintas. A un grupo de estudiantes se les puso a escuchar durante diez minutos la Sonata para Dos Pianos en Re Mayor (KV448) de Mozart. El segundo grupo practicó ejercicios de relajación que se les había indicado y, por último, a un tercer grupo se le mantuvo en silencio absoluto durante los mismos diez minutos. Seguido a ello, a todos se les pidió que realizaran tareas que medían su inteligencia espacial y su consecuente equivalente de coeficiente IQ. Los resultados fueron sorprendentes. Aquellos sujetos que habían sido expuestos a la sonata de Mozart obtenían puntuaciones considerablemente mejores en las pruebas de inteligencia espacial que los otros dos grupos. Los efectos eran sólo temporales, ya que más allá de unos 10 a 15 minutos, los tres grupos no diferían entre sí. Aquí, los resultados reportados[2]:

Fuente: Nature Vol 365 Oct 1993 “Music and Spatial Task Performance”

La conclusión era muy evidente: escuchar a Mozart es beneficioso para nuestro rendimiento intelectual, particularmente en tareas de razonamiento espacial. El efecto Mozart’ había nacido para la Ciencia[3]. Por su parte, Alfred Einstein[4], que aparte de ser un extraordinario musicólogo era un experto mozartiano, había señalado que: “la sonata KV448 es una de las más profundas y maduras de todas las composiciones escritas por el compositor” y el interés suscitado por estos hallazgos hizo que apareciesen numerosas iniciativas, sobre todo en Estados Unidos. En México tampoco pasaron desapercibidos estos hallazgos y en las escuelas de pre escolar se ha tomado la costumbre, sobre todo en sistemas Montessori, de poner a los niños a realizar tareas con música de fondo de Mozart. Sin embargo no existe aún una prueba científica de que esta música ayude a desarrollar el intelecto de las personas y en particular de los pequeños, pero sin duda alguna, es un buen motivador para el estudio y concentración además de que se ha comprobado que resulta ser, por otro lado, una excelente terapia para el dolor porque la música de Mozart comunica mensajes tranquilos y positivos.

La creación musical es un misterio porque se inicia en todos los casos a partir de su célula básica, que es la melodía, la cual, a diferencia del ritmo y armonía (que pueden ser ligados al cuerpo y a la mente), es producto de una inspiración poética o impulso venido del “cielo”. Por esta razón, la genialidad de Mozart siempre me ha asombrado especialmente. A los 6 años había compuesto minuetos, a los 8 compuso su primera sinfonía, a los 11 un oratorio y a los 12 una ópera completa. Murió también precozmente a la edad de 36 con 626 composiciones [5] (catalogadas con un número del 1 al 626 precedidos por el sufijo KV[6] Köchel-Verzeichnis). Mozart mismo decía que no sabía de dónde le venían las ideas ni como forzarlas: “simplemente aparecían” y solo retenía en su memoria las melodías que le agradaban. Ya después aplicaría las reglas de composición del contrapunto y al final elegiría los instrumentos. La genialidad y actividad creadora son siempre igual en todos los casos. Comienza con alguna ocurrencia venida “del cielo” que brota en la conciencia como algo inesperado en forma de frase o melodía. Una especie de vago proyecto fruto de una elaboración totalmente inconsciente. Pero no hay genio improvisado, hay que trabajar con esfuerzo. La mayor parte de los artistas coinciden en que las obras llegan como un don celestial, pero en todos los casos es necesario trabajar sobre esa idea creativa fortuita. Pero dichas “ocurrencias fortuitas” dependen de la memoria, capacidad extraordinaria que posee cualquier individuo extremadamente creativo en cualquiera que sea su campo. En el caso de Mozart, dicen que él componía de corrido, como si alguien le estuviera dictando. Sus partituras tenían una limpieza indescriptible, sin errores armónicos, ni contrapuntísticos ni rítmicos; su música simplemente fluía sin correcciones ni cambios ni tachones; justo al contrario de Beethoven quien acostumbraba revisarlas y corregirlas durante largo tiempo. Todos sabemos que jamás ha existido en este mundo un ser tan prodigioso y precoz dentro de la música como Mozart. Desde luego que han existido grandes genios creativos y maestros excepcionales, pero nadie con ese don extraordinario para componer música como Mozart.

Algunas personas aman con el cuerpo, otras con el dinero o con el intelecto, pero Mozart con la música. La innovación en las formas y su contenido de maravillosa inspiración melódica con sus atrevidos acentos armónicos y giros cromáticos le dan a su música una particular e inquietante tensión íntima a la vez que ingenua. Escuchar música de Mozart es renacer, olvidarse de los problemas y responsabilidades por un momento; es evadirse y al mismo tiempo encontrarse con uno mismo. Porque ahí, todo ocurre con enorme sencillez.

Por esta razón, cuando hablo de la música de Mozart, es inevitable no sentir arrebato y felicidad porque enseguida soy capaz de evocar un sinnúmero de melodías en mi mente, gracias al perfecto mecanismo de la memoria musical, donde converge la belleza y la armonía con sus fuerzas creadoras en sus distintos tonos y colores que se van integrando en una obra que se eleva sobre el mundo terrenal. Porque es el placer más noble y desinteresado; felicidad que hace palpitar cualquier corazón.

Sin lugar a dudas, la música, más allá de su etimología[7] y su definición tradicional como “el arte de combinar los sonidos y silencios bajo los principios de la melodía, ritmo y armonía”[8] , constituye un lazo impersonal entre el hombre y el universo porque lo que es incapaz de contar con el cuerpo y el espíritu, termina contándolo con la música. Porque la música nos transmite en su misterio, una profunda serenidad, como si de pronto comprendiera la causa de todos los asuntos humanos.

Pero la música, como toda manifestación artística, es en definitiva un producto cultural que bajo el mismo propósito de suscitar una experiencia estética ha buscado diferentes maneras de reproducir la creación del artista. Primero, a través de la interpretación, que jamás peca contra la armonía y sirve a la música con la mayor fidelidad, con todas las fuerzas del cuerpo y de la mente; de la razón y la voluntad porque el músico intérprete expresa lo que la música del compositor desea trasmitir. Y después mediante la búsqueda continua de diferentes maneras de reproducir esta interpretación de forma artificial. La crónica[9] que narra la evolución de los procesos de grabación y reproducción del sonido del espectro audible registra una evolución que se ha ido renovando al compás de los avances tecnológicos. Desde el primer evento que aconteció en 1857 cuando Leon Scott patentó el fonoautógrafo (primer dispositivo capaz de grabar sonidos) y posteriormente en 1877 cuando Thomas Alva Edison realizó la primera grabación y reproducción con el fonógrafo, los avances en las últimas décadas han dado pasos agigantados con respecto a la calidad, vida útil y durabilidad del sonido registrado. De esta manera acelerada, hemos pasado en una sola generación, del disco de vinilo de 33 RPM al cassette compacto (desarrollado por Phillips en Europa con gran éxito comercial), del que se derivaron una serie de soportes como el microcassette, minicassette, el VHS y sus variantes. Pero fue hasta 1979 cuando se produjo uno de los inventos de mayor impacto: el disco compacto (o CD), porque fue el primer formato digital que revolucionó la industria del audio, pero solo vino a ser el antecedente a la verdadera evolución de la revolución que cambió no solo la manera de reproducir, sino de consumir y distribuir la música. Por supuesto, me refiero al formato MP3, gestado en 1986 por los científicos Brandenburg, Popp y Grill y ahora el reproductor de música más conocido por la juventud hoy en día.

En la actualidad hay muchas alternativas para comprar, distribuir y escuchar música online. La multitud de funcionalidades que ofrecen hoy los smartphones está permitiendo que ya no se necesiten otros aparatos tecnológicos, o que por lo menos no se necesiten tanto. Sin tener la necesidad de almacenar en el teléfono la música, ahora es posible bajarlas de la “nube” como archivos mediante playlist predeterminadas. Además, mediante el uso de una app es posible tener diferentes experiencias y opciones para compartir el gusto musical.

¿Quieres saber más del sonido musical y además conocer algunas apps que te permiten conocer, consumir, descubrir y disfrutar la música?

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El sonido y la música

El sonido es un fenómeno perceptual que se produce cuando un objeto entra en vibración mecánica, la cual se traduce a una variación de la presión atmosférica en el aire que envuelve el objeto. Dicha vibración mecánica es captada por el oído mediante un sofisticado mecanismo para llegar como un impulso eléctrico transportado por las neuronas hasta el cerebro. El hecho de que una vibración produzca sonido es fácil de admitir si pensamos en una guitarra puesto que al pulsar sus cuerdas las hacemos vibrar y emite el sonido que todos podemos reconocer. Pero no todos los sonidos son musicales ya que la naturaleza de dicha vibración puede ser periódica o no periódica, o incluso una combinación de ambas. Las vibraciones periódicas generan, en general, una sensación de altura que es agradable al oído (sonido musical), y las no periódicas producen una sensación de ruido. Los sonidos naturales son casi todos semiperiódicos, es decir, corresponden a una combinación de vibraciones periódicas y no periódicas y pueden ser agradables o desagradables. La característica más fundamental del sonido es su “altura” (tono) o cantidad de veces que vibra por segundo, lo que se llama frecuencia aunque hay otras cualidades no menos importantes como son la intensidad, timbre (color) y duración. Cuanto más oscilaciones por segundo tenga la frecuencia, más aguda o “alta” será la el sonido, y cuanto menos oscilaciones por segundo tenga, el sonido será más grave. La magnitud de la frecuencia se mide en Hertz (Hz), que es simplemente el número de oscilaciones o ciclos por segundo.

El sonido ha estado siempre presente en la vida cotidiana del hombre y en combinación con el silencio, es la materia prima de la música. En la música los sonidos se califican en categorías como: largos y cortos, fuertes y débiles, agudos y graves, agradables y desagradables. A lo largo de la historia el ser humano ha inventado una serie de reglas para ordenarlo hasta construir algún tipo de lenguaje musical[10]. Una composición musical consiste en una serie de sonidos placenteros y expresivos que poseen una estructura definida de acuerdo a las leyes de la melodía, ritmo y armonía. Reducida a su mínima expresión, una composición musical consiste en una melodía y su acompañamiento y a la base de toda melodía se le llama escala musical. El acompañamiento de una melodía musical es una serie de acordes. Un acorde consiste en un conjunto de sonidos de diferente frecuencia, tocados simultáneamente. La armonía es el factor que se refiere a los acordes y su fundamento es la consonancia: cuando se tocan dos o más sonidos. Por último, el ritmo musical tiene que ver con la frecuencia de repeticiones de sonidos débiles, cortos, largos, altos y bajos. El ritmo se percibe en nuestra mente como una forma musical y, junto con la melodía le dan la estructura básica al sonido musical.


Un número limitado de sonidos llamados notas musicales naturales[11] (Do, Re Mi Fa, Sol, La, Si), son elegidos de entre las infinitas frecuencias, que han de cumplir la doble condición de formar intervalos[12] sencillos con una de ellas, libremente elegida (tónica) y la de que los intervalos entre dos cualesquiera sean también los más sencillos posibles. A esta sucesión de sonidos se le llama escala musical[13]. Para entender como es la relación entre las notas musicales y como se definieron éstas a través de los años, se estableció una primera nota fundamental o estándar que será la nota de La central que tiene una frecuencia de 440 Hz (oscilaciones por segundo). Aunque el oído humano puede llegar a captar frecuencias entre los 20Hz hasta 20,000Hz, la frecuencia de las notas musicales llega solamente a los 4,500Hz. Teniendo en cuenta que el oído humano puede diferenciar sonidos con 1Hz de diferencia, bien podríamos tener unas 4000 notas en nuestra escala musical, pero solo tenemos 88 notas en un piano y casi no hay más que eso. Es importante aclarar que el rango de frecuencias audibles o el espectro de frecuencias del sonido está dividido en secciones, cada una con una cualidad única y vital. En la música occidental estas secciones se han denominado octavas[14] , siendo éstas un intervalo entre dos frecuencias con una relación tonal 2:1. Aunque el rango de audición humana cubre 10 octavas, en un piano alemán apenas se cubren 7 ½ octavas. Esto tiene relevancia especial cuando se desea tener registro o grabación de la música mediante cualquier tecnología.

Cómo se digitaliza el sonido (espectro audible)

El mundo está lleno de sonidos. Pero no oímos todos los sonidos que se producen a nuestro alrededor. Por un lado, solo percibimos lo que nos permite el ancho de banda de nuestro oído (llamado espectro audible) y por otro, nuestra percepción es selectiva ya que aunque nuestro oído percibe vibraciones mecánicas que comprenden entre los 20 y los 20,000 Hz, el cerebro es quien filtra e interpreta los sonidos. Es por ello que si escuchamos un ruido constante y molesto, después de un tiempo dejamos de percibirlo. Pero, aunque la percepción sea selectiva y por lo tanto “discreta” (o digital), nuestro oído no lo es. Digitalizamos el sonido solo con el fin de poderlo manipular, grabar, procesar o transmitir; pero a fin de cuentas, la única manera que puede percibirse es en su forma original, en su forma de onda continua y sinusoidal que hemos llamado análoga o analógica. Los primeros soportes de grabación musical fueron analógicos pero en la actualidad, si bien aún se emplean en los estudios de grabación, ya consumimos y distribuimos la música en su formato digital. Sin embargo, aunque un disco compacto o CD almacena el sonido musical en su formato digital, al momento de reproducirlo siempre será necesario reconvertirlo a su forma original. Al proceso de digitalización de sonido real se le llama muestreo (sampling), y se realiza mediante los denominados ADC, o Convertidores Analógico/ Digital, los cuales son circuitos electrónicos que, a una determinada frecuencia, toman “fotografías” del sonido, que convierten en “unos y ceros” o bits, los cuales serán almacenados, procesados o trasmitidos con mayores ventajas que si lo hiciéramos en el mundo analógico. Lo anterior es fácilmente comprensible para los que están familiarizados con el teorema de muestreo (Shannon/Nyquist), que dice, de manera sencilla, que para digitalizar una señal y tener su reconstrucción exacta, ésta se deberá limitar en banda para obtener muestras a una tasa superior al doble de su ancho de banda. Por lo tanto, para cubrir el espectro audible (20 a 20,000Hz), bastaría emplear una tasa de muestreo de 40 KHz. En un disco compacto, se emplea una tasa de 44.1KHz lo cual se traduce en mayor calidad. A continuación se muestra esquemáticamente este proceso con un ejemplo didáctico:

Suponiendo que la señal de audio analógica ya tiene su equivalente digital, los CD´s almacenan esa información representada por una serie de unos y ceros que estarán representados por “pits” o abolladuras “quemadas” por un láser de alta potencia en la superficie reflectante del material plástico de policarbonato del disco. Para leer esta información, el reproductor de CD pasa un rayo láser de menor potencia que el del quemador por encima de la pista. Cuando el láser pasa sobre la superficie plana en la pista, la luz proveniente del láser es reflejada directamente hacia un sensor óptico que se encuentra en el ensamblado láser. El reproductor de CD interpretará esto como un “1” pero cuando pasa sobre un hoyo, el haz de luz rebotará fuera del sensor óptico, haciendo que el reproductor lo reconozca como un “0”.

El proceso inverso al del muestreo es la conversión de digital a analógica, encargada a los circuitos DAC (convertidor digital/analógico). Es importante en este punto mencionar que al convertir la señal analógica a digital y luego de digital a analógica, siempre se introducirá un error que se si no se le da un tratamiento por algún esquema corrector, se verá reflejado en la calidad del sonido. Por otra parte, en el caso de aplicar algún método de comprensión de la señal digital (como es el caso de MP3), la calidad, si bien puede ser bastante buena, si se ve reducida. Pero como en cualquier elección, siempre habrá un “trade-off”, y en este caso sería cantidad o calidad.

Qué es MP3

MPEG-1[15] Audio Layer III o MPEG-2 Audio Layer III, más comúnmente conocido como MP3, es un método o formato para comprimir archivos de audio digital que emplea un algoritmo con pérdida para conseguir un menor tamaño de archivo. Es decir, usando este método de compresión se reduce el número de bytes en una canción, mientras que al mismo tiempo se mantiene un sonido próximo a la calidad CD. Siempre que se comprime la información, se pierde calidad, pero se gana, en este caso, la capacidad de almacenar más archivos de audio en menor espacio. Un sistema de archivos más pequeños, permite también descargar canciones de Internet más rápidamente. Su algoritmo de compresión tiene ratios de 10:1 y 12:1 según el bitrate que se elija, siendo 128, 160 y 192 Kbps los más habituales[16]. El reducido tamaño y su aceptable calidad han favorecido su expansión como sistema de transmisión de música. Para que te puedas hacer una idea, considera que el tiempo de duración de una canción es de unos 4 minutos. En un CD, esa misma canción consume 40 MB, pero al comprimirse por un factor de 10, solo “pesará” alrededor de 4 MB en el formato MP3. En promedio, 64 MB de espacio de almacenamiento equivale a una hora de música. Alguien que tenga un reproductor MP3 de un Gigabyte, puede llevar consigo unas 240 canciones, equivalente a veinte discos CD por lo que en un iPod Classic de 160 GB caben alrededor de 40,000 canciones. Sin embargo, la compresión de archivos implica una pérdida de información que no puede ser recuperada en la reproducción. Por esta razón es que la calidad de sonido de los archivos comprimidos es inferior a los no comprimidos. No obstante, la calidad puede variar en función de la resolución de compresión. En resumen, MP3 aprovecha determinadas redundancias estadísticas perceptuales del oído humano para comprimir el audio de una manera similar que el popular formato de gráficos JPEG lo hace en las fotografías, a cambio de cierta pérdida de calidad, la cual es prácticamente imperceptible para oídos no entrenados y ha sido muy discutida para los que sí lo son.

El formato MP3 se ha convertido en el estándar utilizado para streaming de audio y compresión de audio con pérdida de mediana fidelidad gracias a la posibilidad de ajustar la calidad de la compresión, proporcional al tamaño por segundo (bitrate)[17]. Por esta razón, es el formato por excelencia con el cual actualmente se escucha música, se compra, se distribuye y se comparte por Internet.

Algunas apps para descargar música en MP3

Nuestro smartphone, tablet o reproductor multimedia se ha convertido en el aliado perfecto para escuchar música a la hora que lo deseamos, y qué mejor si contamos con conexión a Internet para reproducir millones de canciones en cualquier momento gracias a las diferentes aplicaciones gratuitas que ofrecen este servicio. Aquí te dejo algunas que podrás descargar en tus dispositivos.

Spotify: Es una app empleada para la reproducción de música vía streaming disponible en los sistemas operativos Microsoft Windows, Mac OSX y Linux y en los sistemas operativos móviles Android, iOS, Black Berry (RIM), Symbian y Windows Phone. Permite escuchar y comprar temas musicales buscando por artista, álbum o listas de reproducción creadas por los propios usuarios en formato MP3. La empresa tiene su sede en Suecia y ha firmado acuerdos con las discográficas Universal Music, Sony Music , Warner Music, entre otras. A marzo de 2013 contaba ya con más de 24 millones de usuarios registrados en los países disponibles. Es considerada la aplicación por excelencia de música en Internet ya que revolucionó el modelo de negocio de consumo de la música con la sencilla fórmula de “escucha la música que quieras, pero sin descargártela”. Y funcionó, entre otras cosas por el amplísimo catálogo musical del que dispone la herramienta.

Twitter Music

Lanzado hace apenas algunos días, en el caso de la red social de Twitter el fin no es vender música, como lo es en iTunes de Apple, sino descubrir las últimas tendencias en artistas, música, o descubrir lo que siguen los artistas… en el fondo es potenciar la idea que intenta impulsar cada vez más Twiiter: ser el origen de noticias y el punto de partida de muchos artistas. Por lo que este servicio pretende ser capaz de “adelantarse en el tiempo” ya que gracias a un elaborado sistema de búsquedas/algoritmos, #music es capaz de mostrarnos y descubrirnos artistas que empiezan a sonar y que podrían ser importantes en el futuro.

Twitter Music genera listas de canciones en función de cinco parámetros: las más populares en Twitter, la música emergente de talentos no conocidos, sugerencias en función de los cantantes que sigues en la aplicación, canciones que han compartido personas a las que seguimos y, por último, las canciones de artistas a los que seguimos en Twitter. Estos listados de canciones, donde se puede ver la imagen del perfil del autor, no es una lista de reproducción, ya que sólo se conecta con iTunes y reproduce los 30 segundos gratuitos que ofrece Apple antes de comprar la canción completa.

Otras apps para descargar música:
1. Rdio
2. Deezer
3. Google Play Music
4. Tuneln Radio
5. Goear (con mayor música en español)

Para aficionados a música clásica que buscan el efecto Mozart, aquí unas recomendaciones para bajar música de manera legal:
1. classiccat.net: Más de 5000 temas disponibles clasificados por categorías, autores e instrumentos.
2. classicsonline.com: Con más de 40.000 álbumes gratuitos
3. musopen.org: Con opción de filtrar por compositor e instrumento.
4. classical.com: Aunque bajar los temas no es gratuito, cada semana aparece la opción de obtener un álbum entero completamente gratis. Son más de 3000 compositores en una gigantesca colección de casi medio millón de temas.
5. Wikipedia:Sound/list: La Wikipedia es una fuente inagotable de casi todo, no podían faltar miles de temas de música clásica de dominio público.

Conclusiones

¿Imaginas morir sin haber reverberado con el Nessun Dorma de Pavarotti, sin haber cantado a gritos “Beautiful Day” de U2 tocando una guitarra imaginaria o simplemente disfrutando algo más contemporáneo como Demons de Imagine Dragons? Yo, no.

Porque la música es una parte imprescindible de nuestra vida. El problema es que hay tanta que es difícil abarcarla. En realidad, muchos quisiéramos que el mundo se volviera más sensible a la música porque de esta manera quizá la humanidad sería más “humana”. No importa si es con el alma de Bach, Mozart, Beethoven, Debussy o Mahler o de cualquier músico de rock o pop, porque cualquiera es capaz de llegar al espíritu. Porque, en definitiva, sin música, la vida es un error.

Y con esta magnífica declaración de amor que hace Nietzsche a la música con la que comencé a escribir este artículo, es como quisiera ahora cerrarlo. Porque la música no solo es la clave de la creatividad y el combustible de la mente sino un verdadero estimulante de la vida.

“Sin la Música, la vida sería un error” (Friedrich Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos, §33)

[1] Disponible en http://www.nature.com/nature/journal/v365/n6447/pdf/365611a0.pdf

[2]  Nature Vol 365 Oct 1993 “Music and Spatial Task Performance”

[3] Citado en http://www.elcultural.es/version_papel/CIENCIA/16450/Efecto_Mozart y basado en Kliewer, Gary. 1999. “The Mozart Effect.” New Scientist. 6 November 1999.

[4] Alfred Einstein (1880-1952) fue un  musicólogo y crítico musical alemán, primo de Albert Einstein

[5] Einstein, Alfred “Mozart” pp 45 Editorial ESPASA-CALPE, Madrid. 2006

[6] El catálogo Köchel (Köchel Verzeichnis, en alemán) fue creado por  Ludwig von Köchel en  1862 y enumera las obras musicales compuestas por Wolfgang Amadeus Mozart  (1756–1791). Cada una de las obras de Mozart está designada por un número precedido de la abreviatura K.KV. El orden cronológico que Köchel pretendió dar al catálogo es realmente válido para la mayoría de las obras.

[7] La música, en su etimología, hace referencia a algo que atañe o se relaciona con las musas. En la mitología griega las musas, hijas de Zeus y Mnemósine, eran deidades encargadas de la inspiración y patrocinio de las actividades artísticas. Euterpe, representada con una flauta, podría ser considerada como la “supermusa”, es decir, la más musical, aunque también la danzarina Terpsícore, la de bella voz y Calíope, que enseñó el canto a Aquiles.

[8] Diccionario Oxford de la Música

[9] Citado en http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_registro_del_sonido

[10] Citado en http://es.wikipedia.org/wiki/Sonido

[11]Estas forman la escala de Do Mayor y se corresponden con las teclas blancas del piano, pero existen otras 5 más alteradas que corresponden a las teclas negras del piano

[12] Intervalo es la diferencia de altura/frecuencia entre dos notas musicales  medida cuantitativamente (número) en grados o notas naturales  y cualitativamente (especie) en tonos y semitonos.

[13] Se llama escala musical, en general, al  conjunto de sonidos ordenados  o notas musicales de forma ascendente (de grave a agudo) o descendente (agudo a grave)

[14] En música, una octava es el intervalo que separa dos sonidos cuyas  frecuencias fundamentales tienen una relación de dos a uno. Ejemplo de octava: el la4 (A5 en inglés) de 880 Hz está una octava por encima respecto a la3 (A4) de 440 Hz.

[15] El Moving Picture Experts Group (MPEG) es un grupo de trabajo  de expertos que se formó por  ISO para establecer estándares para el audio y la transmisión video

[16] Citado en http://www.ordenadores-y-portatiles.com/mp3.html

[17] Citado en http://es.wikipedia.org/wiki/MP3

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2 respuetas para ““Spotify y Twitter Music: Dos apps con efecto Mozart””

  1. Excelente blog ingeniera la música logra transmitir diferentes sensaciones, les recomiendo spotify

  2. Cuando leí este blog me cuestione algunas preguntas como que haríamos si no existiera la música? Es increíble como la música puede estimular a tu celebro.
    En cuanto a Spotify me di la oportunidad de bajarla y trae variedad de música, no se sí recomendárselas pero si les recomiendo que usen la prueba.
    Saludos

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