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Ernesto Peñaloza Romero

El reino de las ilusiones. Parte 1

Mi televisión digital de alta definición es tan buena que hasta parece analógica. Esa fue la conclusión a la que llegamos un grupo de amigos tras observar un buen evento deportivo. Sé que suena a un contrasentido, asi que permitame explicarme.

Las señales digitales han invadido cada aspecto de la vida moderna. lo mismo en el auto controlando el flujo  de combustible, que en el microondas preparando mis palomitas Y estos son dos aspectos en lo que sonrío con singular alegría ante la idea de tener dispositivos capaces de tomar decisiones por mi, y que regularmente lo hacen mucho mejor y más rápido que yo. Un punto para los dispositivos digitales.

Sin embargo el mundo no funciona en términos de verdadero/falso o no importa (que es el tercer estado de un circuito digital). El mundo real, éste en el que me desenvuelvo todos los días es analógico sin lugar a dudas. El audio, el video, las palomitas y hasta el aire que sale como resultado de la combustión de mi auto es analógico.

El último televisor analógico de gran calidad que me compré no decia en el manual, que podía proporcionar tantos millones de colores. Simplemente lo hacia. El realismo de la imagen (obtenida del aire por medio de una antena ridículamente barata, pero efectiva) era sorprendente. Si, ya se que una señal real tiene fantasmas. Pero yo tenia a la antena emisora de TV a la vista, asi que no tenia ningún problema. Lo mismo puedo decir de mis equipos analógicos de sonido. Pequeñas maravillas en donde la profundidad del sonido, la pureza del audio, te hacian sentir en la sala de grabación. A un lado de los interpretes. Y las fotografias tomadas con una camara relativamente casera también tenian una claridad impresionante. Yo no soy fotografo, pero algunas de mis amplificaciones parecían realmente profesionales.

La ingeniería estaba dedicada a captar y reproducir la realidad.

De alguna manera, argumentando que la relacion señal/ruido era significativamente mejor en la tecnologia digital, se colaron las señales digitales. Uno sólo de los parámetros de cualquier señal analógica, de repente, se convirtió en la piedra angular de la nueva tecnología. Una, en la que por definición tenemos límites determinados por el número de bits utilizados para representar una muestra cualquiera. No importa cuantos bits utilicemos, ese límite estará presente en la resolución de la señal, que nunca más será suave, sino torpemente escalonada.

A los usuarios de tecnología les decimos que no importa que la señal de audio no sea una réplica exacta del original, de todos modos no pueden oír cada matiz de la señal original. Les decimos que no importa que la señal de video tenga artefactos, de todos modos no importa porque la velocidad a la que retienen imagenes, es irrelevante si los engañamos un poco actualizando sólo algunos pixeles, en vez de actualizar el cuadro entero. Es irrelevante que ya no pueda establecer el volumen exacto al que quiero oír la música, ahora debo soportar alguno de los predefinidos en el control de volumen que sólo me permite escoger entre 12, 32 ó 64 niveles. Ni uno más, ni uno menos. Si el volumen más bajo, es demasiado alto para mi habitación en la obscuridad de la noche, es una pena porque no hay nada que se pueda hacer… En realidad si, ir por mi viejo amplificador y controlar el audio por medio de su fino control analógico que me permite escuchar el sonido al volumen, con el timbre y el balance perfecto para mi.

Los aparatos que capturan la realidad se conviertieron en aparatos que me mienten de muchas maneras. Escucho mi reproductor digital de audio y me parece que escucho un gran sonido…hasta que tomo el LP y lo escucho en un tornamesa decente y alcanzo a escuchar cosas que no se oyen en los algoritmos de compresion con perdidad que hacen trabajar mi reproductor digital. No quiero que me crea, digame que grabación digital puede engañarme haciendome creer que escucho la riqueza armónica de una marimba en vivo. Una prueba de Turing, pero de sonido. Finalmente si cierro los ojos el equipo de audio debería hacerme sentir en el estudio de grabación, y la tele debería se una ventana que me haga pensar que puedo tocar lo que veo.

Veo una fotografia y sé que cuando tenga 32 veces más capacidad de pixelaje, entonces podré amplificar libremente esa foto. Y hasta ahora que tengo mi Blu-ray, se que el sonido se reproduce casi sin perdidas, aunque el video sigue comprimido, y el audio siga teniendo forma escalonada. Grandes ilusiones que se aprovechan de mis defectos y limitaciones humanas. Este mundo de ilusiones en las que el mundo analógico fué destrozado, compactado y vuelto a reproducir tratando de engañarme es una filosofia permanente en la tecnologia moderna.

Y hoy me pregunto ¿No estaremos llevando estas mentiras al terreno del modelado de sistemas de negocios? Sistemas que parecen reflejar la realidad y que en realidad sólo reflejan la verdad a medias. Ese es el tema de la siguiente entrada.

Saludos

2 respuetas para “El reino de las ilusiones. Parte 1”

  1. Nancy VM dice:

    Hola!! Usted es un excelente ejemplo a seguir! lo que ah escrito en este blog me ah servido para un trabajo de filosofía!! gracias por ejemplificar tan bien las relaciones digitales-analógicas con la vida del hombre!

  2. Ojala después me puedas enviar tu trabajo. A veces es dificil encontrar esa clase de informacìón.

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