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Ernesto Peñaloza Romero

La caja negra. Parte 2: De la caja negra a la caja tenebrosa.

Una caja blanca es como una caja transparente de relojería que muestra como funciona el aparato. Una caja negra es como el sombrero de un mago en donde uno ve el truco pero no comprende como funciona.

 A mi me gustan las cajas blancas, al menos en un nivel suficiente de detalle para comprender las limitaciones de la caja y sus posibilidades. A mí en lo personal no me gusta usar un aparato de caja negra. De hecho en mi examen profesional tuve una emocionante discusión con mi asesor de tesis. Él afirmaba que los usuarios no tienen la obligación de saber nada sobre como funcionan mis sistemas. Mi punto era que yo creía (y por desgracia lo sigo pensando) que los usuarios podrían aprovechar mucho mejor las tecnologías si las conocieran, aunque “fuera por encima”.

 ¿A cuantas personas habré visto haciendo corajes porque la señal del celular no es adecuada en el interior de un elevador cerrado? Con un poco de conocimiento básico sobre electricidad y magnetismo podrían comprender que el problema no tiene que ver con el mal diseño de un fabricante de teléfonos o una compañía de teléfonos que provee el servicio. Sino que esto es tan fundamental como la flecha del tiempo o la ley cero de la termodinámica.

 No tiene ningún sentido que una persona compre cajas negras si el funcionamiento se torna mágico al grado de pensar que no existe pérdida en un MP3, que las películas piratas (grabadas generalmente a la mitad de la tasa de muestreo) tienen la misma calidad que una original, o aun peor si se trata de una película blu-ray grabada en un DVD. Es evidente que debe existir una transformación que permite grabar 50Gb en solo 4.5Gb. Del mismo modo, uno no necesita saber como funciona una televisión para verla, pero cuando ésta falta de conocimiento nos impide determinar que  significa HD, Ready for HD y Full HD, me parece que la caja negra deja de ser algo benéfico para el usuario y se comienza a tornar una caja tenebrosa que lo intimida.

 El caso puede pasar de lo anecdótico como escuchar a un locutor de radio (que muy probablemente no estudio ingeniería) hablar de transmisiones radiales 100% digitales a lo inquietante cuando un usuario piensa que la señal de su radio es digital porque el aparato ya no tiene dial, sino botones que avanzan directo a la memoria almacenada previamente. Por eso para el gran público las noticias sobre el apagón analógico son no sólo irrelevantes sino complemente incomprensibles. Al parecer se piensa que esas son discusiones inútiles de intelectualoides sobre algún tipo de canal. Hasta que la realidad alcance a Juan Pueblo y le comunique que su TV nueva dejara de ser útil a menos que compre un aditamento que convierta la flamante señal HD digital en una señal analógica con una pérdida enorme de calidad, de la cual no se enterará ya que no la comprende.

 Los planes de estudio en las escuelas primarias del país han hecho un gran énfasis en retornar a la realidad. ¿De que manera se contempla explicarles a los niños cual es el papel de una antena de TV? Abundan las antenas preparadas para HD, cuando la antena de “rombito” cumple la misma misión. Abundan los auriculares preparados para el iPod, mismos que son los mismos que los auriculares de un equipo de sonido analógico. Solo que ahora cuestan más y no necesariamente son mejores.

 Esta historia se repite hacia donde uno voltee. ¿Por qué se populariza una cámara fotográfica digital cuando no ofrece la calidad que una cámara analógica de modestas características ofrece?  ¿Conoce el usuario lo que pierde? ¿Realmente sabe que gana? Las viejas fotos de mis padres aun puedo imprimirlas desde el negativo. Las primeras fotos digitales que saque se perdieron cuando un disco duro se daño. Las fotos del archivo Casasola se amplían a tamaño poster sin problema, una foto de cámara digital no. Los fotógrafos profesionales aun utilizan cámaras analógicas y el cine se sigue filmando en película analógica. ¿Existirán buenas razones para ello?

 Es comodísimo vivir con cajas negras. Evita pensar. Pero también es un riesgo. Y bueno, me dirán algunos, a una persona sin la formación de ingeniería es muy difícil pedirle que sepa tecnología. La aspiración Renacentista de hombres universales ha quedado perdida y relegada por la especialización. Ortega y Gasset ya apuntaba que hoy por hoy se crean nuevos tipos de analfabetismo. Doctores en su rama del saber, pero ignorantes en todo lo demás. Mi discusión con mi asesor sigue vigente: ¿Un usuario debería conocer los principios fundamentales de cómo funcionan las cosas?

 Regresando a la ingeniería: ¿Los ingenieros no extendemos esta conducta social generalizada hacia nuestra profesión? Y no tanto que los ingenieros sepamos medicina, psicología, sociología e historia con mediana fluidez. No, no hablo de eso. Hablo de algo más fundamental: ¿No hemos comenzado a utilizar la tecnología como caja negra y nos sentimos cómodos en ella?  La parte III hablará sobre las cajas negras en la ingeniería y de como nos enfrentamos a varias cajas del terror.

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4 respuetas para “La caja negra. Parte 2: De la caja negra a la caja tenebrosa.”

  1. Muy interesante Ingeniero, en mi opinión primero me interesa ver la caja blanca si mi interés va más allá trato de llegar a ver una caja negra. Gracias por compartir sus comentarios.

  2. jose guadalupe balbuena garcia dice:

    Hola siguo esperando la tercera parte saludos Profesor!

  3. Lista la tercera parte. Espero comentarios

  4. Alfredo Molleda dice:

    Excelente apreciación, “se están perdiendo los hombres universales”. En general considero que también es importante tener una cultura de ser buen consumidor, investigar sobre los productos y/o servicios que requerimos.

    Por ej. quiero comprarme una TV FHD, antes de irme a la tienda por una, es recomendable investigar sobre las diversas marcas (características propias que ofrecen) y precios para poder tener más certidumbre de lo que quiero y cumpla mis necesidades. Y de esta manera habrá que realizar un poco de investigación si es para ir al medico , mecánico, etc.

    El acceso a la información nos da el poder de investigar y así tener una idea mejor de lo que necesitamos, sin embargo, es un problema en nuestra sociedad mexicana que no leemos y mucho menos investigamos.

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