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Ruben´s

[Sin título]

Caminando a casa.

Después de un día de trabajo normal, de regreso a casa ya por la noche, al caminar sobre un sendero a través del parque por donde suelo pasar todos los días, en una banca que se iluminaba en poco de un faro, se divisaba una sombra cobijada por la penumbra de un árbol. Es un hombre – me dije a mi mismo-, aunque aquel hombre se me hacia familiar-. Conforme fui acercándome a él mi rostro se iluminaba con una sonrisa al ver que era mi mejor amigo de la infancia, mi compañero de juegos de niño, mi confidente de pillerías de adolescente y aventuras de juventud. – Cuanto gusto me dio verlo de nuevo – Le saludé y me saludo con un gusto enorme, como no iba a ser si había dejado de verlo hace ya algunos años, charlamos y reímos a carcajadas por un rato.

Una vez que nos contamos todo lo de nuestras vidas y de los años que dejamos de vernos me comentó- con un tono que me puso frío-, mira Rubén vengo a despedirme, por ahora debo ir a un lugar muy lejano y no he podido salir hasta despedirme de ti. Martín -le llamé por su nombre- te agradezco que te hayas acordado de mí, me he sentido muy feliz al verte de nuevo después de 14 años de no verte. Siempre te he tenido presente -me dijo Martín-, en este momento precisamente era muy importante para mí poder verte saludarte y estrechar tu mano. Esta bien le dije, -siempre te recordare- le dí un fuerte abrazo y al darle un apretón de manos noté que su mano derecha estaba un poco fría, a lo cual no le di importancia, porque me daba mucho gusto verlo de nuevo. Bueno ahora me tengo que ir, -dijo nuevamente- cuídate mucho – asentó-, me guiño el ojo, me puntó con su dedo índice, se dio media vuelta y se fue caminado por el parque hasta perderse en la oscuridad. Mire el reloj, eran las 9 en punto y muy sonriente me fui a casa.

Al día siguiente, al regresar a casa por la noche, después del trabajo, pase por el mismo lugar en donde vi a Martín, por supuesto que él ya no estaba, sola estaba la banca. Al llegar a casa me disponía a disfrutar de un vaso de leche tibia con un pan, me senté en la sala. En ese momento mi mente comenzó a reflexionar acerca de que era lo que le sucedía a Martín – y a todo eso me pregunte- ¿que es lo que nos motiva a dejar de ver a los amigos, o que no nos motiva a verlos y cuanto tiempo puede durar eso? y también del ¿porque no les decimos a las personas que las queremos cuando las tenemos cerca? -mi mente estaba tan abstraída en esas preguntas-.

El sonido del timbre del teléfono interrumpió mis pensamientos, creo que ya había sonado dos o tres veces y yo no lo había escuchado, creo que hasta sonaba un poco insistente, -Bueno- contesté, del otro lado del teléfono, se escuchó una la vos de una mujer preguntando, ¿Ruben?, si, -dije Yo-, Hola, soy hermana de Martín, ¿me recuerdas?, si claro – le contesté un poco confundido-, con su voz quebrada me comentó que llevaba días buscándome y que finalmente me encontró, era para darme la noticia de que Martín había tenido un accidente automovilístico hace algunos días y que hace tres había caído en coma, y su voz en llanto guardo silencio… en ese tiempo caí en confusión, y sin hilar las cosas me dije a mi mismo -¿Pero si Yo lo vi ayer?- …finalmente su hermana pudo decirme: -Mira- el día de ayer por la noche su salud empeoro, los médicos hicieron lo que pudieron, pero su corazón no pudo resistir, y finalmente su alma se fue con Dios. A las 9 con 15 minutos su rostro dibujó una sonrisa y se lleno de tranquilidad, –dijo finalmente la hermana de Martín-.

Y me llené de un profundo suspiro.

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